lunes, 18 de mayo de 2020

Los dos inmortales diez



En una época en donde hubo grandes volantes creativos en el fútbol argentino, dejaron su marca dos símbolos de River e Independiente: Norberto Alonso y Ricardo Bochini. Los dos talentosos futbolistas marcaron gran parte de las decadas del 70 y del 80 por sus goles, grandes jugadas,  impensadas habilitaciones para dejar a sus compañeros de cara a la definición y por esas situaciones de peligro que solamente ellos podían crear.

El ingenioso volante del equipo de Núñez debuto en Primera el 8 de agosto de 1971 en un partido frente Atlanta, en Villa Crespo. En esa jornada el técnico Didí le dio su primera oportunidad pero sufrió su primer traspié contra el Bohemio. Por su parte el Bocha salio por primera vez a escena el 25 de junio de 1972 con una caída, como visitante, ante el Millonario por 1 a 0 en el estadio Monumental.

A pesar de que el debút fue con un marcador negativo, la carrera de los dos fue muy exitosa. Por un lado el Beto Alonso fue una de las figuras en la campaña que cortó la sequía de campeonatos de River después de 18 años. A partir de la obtención del torneo Metropolitano de 1975 repitió con el Nacional del mismo año. Después de esos titulos fue transferido a Olympique de Marsella pero su estadía duró un año.



En 1977 regresó al conjunto riverplatense y dos años más tarde se consagró campeón del Metropolitano y el Nacional. En 1980 consiguió un nuevo Metropolitano y un año después logró otro torneo Nacional. Por una discusión con el técnico de ese momento, Alfredo Di Stefano, llegó a su fín su segundo ciclo en el Millonario y se marchó a Vélez Sarsfield. En la temporada 1982/83 defendiendo los colores del Fortín le convirtió un gol a River, no lo gritó pero no pudo ocultar su tristeza y se largó a llorar.



Su etapa en la formación de Liniers concluyó en 1984 y retornó nuevamente al cuadro de Nuñez. Su tercera etapa tuvo un cierre inolvidable porque obtuvo el certamén 1985/1986 con una inolvidable victoria ante Boca por 2 a 0 con dos tantos suyos (el día que se jugó un tiempo con la pelota naranja), más la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental en 1986. Luego del encuentro frente Steaua de Bucarest, el Beto Alonso le puso punto final a su ciclo como futbolista y dejó para el recuerdo estos títulos más sus 149 tantos en 374 partidos.

En cuanto al estratega del Rojo  los éxitos comenzaron en 1973 cuando levantó su primera Copa Libertadores y Copa Intercontinental en donde convirtió un gol imborrable a Juventus. Su lazo fuerte con la Libertadores continuó con fuerza porque la consiguió en 1974 y 1975. Unos años después empezó a ganar torneos locales a partir de la obtención del Nacional de 1977. En 1978 logró otro Nacional y dejó para el recuerdo su actuación contra Talleres, en Córdoba, en donde su figura se hizo inmensa porque con ocho jugadores empató el resultado.



En 1983 consiguió el Metro y un año más tarde vivió otra gran etapa al levantar sus últimas Libertadores e Intercontinental. En 1989 dio su última vuelta olímpica  ya que el Diablo se quedó con el campeonato local que peleó con Boca y Racing. Este fue su último titulo en Independiente y en 1991 al no poder restablecerse de una lesión, cerró su gran ciclo.

Atrás quedaron sus inolvidables pases-gol, sus gambetas, sus 97 conquistas y su histórica carta de presentación: La única camiseta que defendió en toda su carrera fue la del Rojo en 631 encuentros. Por último también obtuvo cuatro Copas Interamericanas.



El Beto Alonso y el Bocha fueron amos y señores de sus equipos pero no pudieron revalidarlo en la Selección Argentina. Los dos volantes contaron con oportunidades pero no pudieron afirmarse. Sin ser destacados participes, en sus legajos figuran el Mundial de 1978 (para Alonso) y la Copa del Mundo de 1986 (para Bochini).



Por ese fuerte idilio que vivieron los dos mediocampistas en sus clubes y con los hinchas, tuvieron sus partidos de despedida para brindarles una interminable ovación.

Por Diego Bentivegna.
Fotos: Pinterest, El Gráfico y La Voz del Interior.

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